lunes, 13 de agosto de 2012

"LITERATURA Y MUSICA"

Este blog analiza,  el curso de la historia de la cultura y en los ámbitos de la creación artística, literaria y musical, la forma -elegida o impuesta- en la que los creadores se han ganado la vida y su influencia en el fenómeno creativo y en la personalidad del propio artista. Se dedican tres capítulos al planteamiento general de este tema en cada una de las tres disciplinas (arte: F. Calvo Serraller; literatura: J.C. Mainer; y música: A. Gallego) y otras tantas al estudio de tres ejemplos concretos: Rubens (A. Vergara), Vicente Blasco Ibáñez (Joan Oleza) y Beethoven (J.J. Carreras).  

Los humanos no somos como el resto de los mamíferos. Vemos cómo las crías de los animales, nada más nacer, ya porfían por ponerse en pie y sostenerse sobre sus frágiles y temblorosas patas y cómo, no tardando mucho, corretean llenas de vida por un suelo que acaban de estrenar, cuando solo hace unos días o quizá horas aún habitaban el vientre acuático de su madre. La raza humana, en cambio, necesita años para alcanzar una autonomía semejante. Es como si entre nosotros el periodo de gestación se prolongara más allá de los nueve meses de embarazo y el parto señalara solo el fin del enclaustramiento pero no el de la dependencia del niño, el cual, una vez nacido, queda en un estado de indefensión extrema y reclama no menos sino más cuidados que antes para sobrevivir.
   La educación es el proceso por medio del cual la sociedad transforma a ese ser humano indefenso y dependiente en un ciudadano autónomo. Y esto incluye desde luego su crecimiento y el sano desenvolvimiento de las funciones corporales hasta su maduración. Pero junto a estas tareas elementales de alimentación y vigilancia, orientadas principalmente a ayudar a que la naturaleza haga su trabajo, la educación sobre todo tiene el objetivo de producir ciudadanos con capacidades suficientes para valerse por sí mismo en sociedad y para proporcionarse los medios necesarios para subsistir de modo independiente, a lo que debe añadirse la ausencia de tutelas morales cuando lleguen a la mayoría de edad, momento en el que idealmente se habrán formado una conciencia propia, dueña de sus pensamientos y de sus sentimientos. La obligación y la responsabilidad del auténtico educador es operar sobre las tendencias naturales del pupilo para crear en él una segunda naturaleza -la cultura- que lo transforme en individuo emancipado y crítico con todo y con todos, y muy en particular con respecto a quienes le tutelaron mientras era niño

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